Matheo era un niño curioso que vivía en una granja. Un día, mientras paseaba por el campo, encontró un limón gigante y no sabía qué hacer con él. De repente, apareció Sebastian, el dueño de la granja, y le contó que la vaca Kilian estaba buscando su limón perdido y que le encantaba jugar al escondite con frutas.
Matheo decidió ayudar a Kilian a encontrar su limón escondido. Así que, juntos, se adentraron en un emocionante viaje por la granja, buscando en cada rincón y detrás de cada árbol. De repente, se encontraron con un coche de policía y le pidieron ayuda al amable policía para encontrar el limón perdido.
El policía les explicó que el limón había rodado hasta el campo de trigo, donde lo había encontrado un simpático ratoncito. Con la ayuda del camión de bomberos, lograron rescatar el limón y devolverlo a Kilian, quien saltaba de alegría al ver su preciada fruta.
Matheo y Kilian se convirtieron en grandes amigos, compartiendo muchas aventuras juntos. Desde ese día, la granja se llenó de risas y juegos, y todos vivieron felices para siempre.