Había una vez un niño llamado Matheo, a quien le encantaba el sabor ácido del limón y el dulce de las galletas. Un día, decidió ir de picnic al campo con sus amigos Kilian y Sebas.
Matheo llevó consigo un limón, Kilian una galleta y Sebas unas uvas, para compartir entre todos. También llevaron una tarta que la mamá de Matheo había preparado especialmente para la ocasión.
Al llegar al campo, encontraron un lugar perfecto para disfrutar de su picnic. Se sentaron en la hierba y empezaron a comer. Matheo probó el limón y hizo una mueca, pero luego se comió la galleta de Kilian y las uvas de Sebas, y todos se divirtieron mucho.
Después, llegó el momento de la tarta, y Matheo sopló las velas mientras sus amigos cantaban "cumpleaños feliz". La tarta estaba deliciosa y se la comieron toda.
Fue un día maravilloso, y Matheo se dio cuenta de que no importa lo diferente que sean los sabores, siempre es mejor compartirlos con amigos. Juntos, disfrutaron de un picnic mágico que nunca olvidarían.
Y así, con el estómago lleno y el corazón contento, Matheo, Kilian y Sebas regresaron a casa, recordando con alegría su inolvidable aventura al aire libre.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.