Matheo regresó a casa con una sonrisa de oreja a oreja, sabiendo que había hecho algo muy bueno. Se sentía orgulloso de ayudar a los animalitos del bosque y de haber salvado el día. Después de semejante aventura, se sentó en su habitación a jugar con su camión de bomberos favorito, recordando todo lo que había sucedido.
Al día siguiente, Matheo se levantó temprano para ir a la escuela y mientras caminaba por la calle vio algo muy interesante. Era una heladería nueva que nunca antes había visto. Decidió ir a ver y encontró el helado más colorido y delicioso que había visto en su vida. ¡Era como si el helado brillara con luz propia!
El heladero le dijo que ese helado era especial, que tenía un sabor mágico que cada vez que lo comías te llenaba de energía para vivir grandes aventuras. Matheo no podía creerlo, ¡un helado que te daba energía para vivir aventuras! Sin dudarlo, pidió uno y, efectivamente, desde el primer mordisco, sintió una energía increíble recorriendo su cuerpo.
Matheo decidió llevar un poco de ese helado a casa para compartirlo con sus amigos. Sabía que juntos podrían vivir las aventuras más emocionantes y divertidas. Así que, después de la escuela, reunió a sus amigos en su casa y les dio a probar el helado mágico. Todos se llenaron de energía y comenzaron a imaginar las aventuras más emocionantes que podrían vivir juntos.
Decidieron subirse al camión de bomberos de Matheo y emprender un viaje hacia la montaña más alta que se veía a lo lejos. Todos estaban emocionados y llenos de energía, listos para vivir la aventura más emocionante de sus vidas. Con el helado mágico y el camión de bomberos, no había nada que se interpusiera en su camino.
Así que, con el viento en el cabello y las risas llenando el aire, Matheo y sus amigos se lanzaron a la carretera en busca de la montaña más alta y las aventuras más emocionantes. Sin duda, el helado mágico había traído consigo un día lleno de diversión y emoción para todos.