Matheo tenía una mano que siempre estaba lista para jugar. Un día, mientras exploraba el jardín, vio algo brillante entre las flores. "¿Qué será eso?" se preguntó, acercándose con cuidado. Al tocarlo, se dio cuenta de que era una pequeña serpiente de colores, que se movía alegremente.
Kilian, el ratón, salió de su agujero al escuchar el revuelo. "¡Hola, Matheo! ¿Qué tienes ahí?" preguntó, mirando con ojos grandes y curiosos. "Es una serpiente amistosa," respondió Matheo. Freya, la mariposa, voló sobre ellos y dijo: "¡Vamos a jugar juntos!"