Matheo regresó a casa con el corazón lleno de emoción por su descubrimiento en el bosque. Contó a sus padres sobre el cofre lleno de monedas de oro y todos quedaron sorprendidos por su hallazgo.
Decidieron guardar las monedas en un lugar seguro y Matheo les mostró la llave dorada que había encontrado. Todos se preguntaban a dónde pertenecería esa puerta misteriosa y qué otros tesoros podrían estar guardados detrás de ella.
Después de una cena llena de risas y cuentos sobre la aventura de Matheo, llegó la hora de dormir. Matheo se acostó en su cama, con la llave dorada en la mano, preguntándose qué aventuras le esperarían al día siguiente.
Al día siguiente, decidió invitar a sus amigos a explorar el bosque misterioso con él. Juntos se adentraron en el espeso bosque, siguiendo las huellas del conejito blanco que Matheo había encontrado la vez anterior.
Después de mucho explorar, encontraron una puerta escondida, similar a la que Matheo había descubierto antes. Matheo sacó la llave dorada y la introdujo en la cerradura. Para su sorpresa, la puerta se abrió y reveló un maravilloso jardín lleno de flores exóticas y brillantes.
Los amigos de Matheo se maravillaron con la belleza del jardín y decidieron explorarlo juntos. Mientras caminaban entre las flores, encontraron un arco iris que parecía conducir a otro lugar mágico. Decidieron seguirlo y pronto se encontraron en un claro lleno de tesoros y sorpresas.
Matheo se sintió feliz de poder compartir esta nueva aventura con sus amigos y juntos disfrutaron de las maravillas del bosque misterioso. Desde ese día, Matheo y sus amigos se convirtieron en los exploradores más valientes del pueblo, siempre buscando nuevos tesoros y experiencias emocionantes.