Kilian, el panda, vivía en un rincón verde del bosque donde siempre había cosas divertidas para hacer. Un día, encontró una sandía gigante que era tan redonda que parecía un balón. Kilian decidió llevarla a casa, pero era tan pesada que apenas podía empujarla.
Por casualidad, Matheo apareció con su autobús rojo y brillante. "¿Necesitas ayuda, amigo panda?" preguntó Matheo, mientras abría la puerta del autobús. Kilian sonrió y juntos levantaron la sandía, colocándola cuidadosamente en un asiento, como si fuera un pasajero más.
Cuando Kilian se subió al autobús, vio algo que le llamó la atención: un vestido colgado en la parte trasera, lleno de colores brillantes y con dibujos de flores. "¡Es para el carnaval del pueblo!" dijo Matheo. Pero de repente, el autobús comenzó a moverse solo, y Kilian y Matheo se miraron sorprendidos mientras la sandía daba un pequeño salto en su asiento.