En un día soleado, Matheo y Sebastian encontraron un avión de juguete en el parque.
Jugaban felices cuando de repente vieron una galleta en el suelo, brillante y deliciosa.
Al acercarse, descubrieron que la galleta estaba al lado de una zanahoria y una araña muy curiosa.
Matheo y Sebastian decidieron seguir el consejo del lector y dejaron la galleta y la araña en el parque. Se alejaron lentamente, observando cómo la araña corría hacia la galleta y comenzaba a mordisquearla con entusiasmo. Se sintieron aliviados de no tener que lidiar con la araña y continuaron explorando el parque en busca de nuevas aventuras.
Mientras caminaban, vieron a lo lejos un grupo de patos nadando en el estanque. Se acercaron con cautela y observaron cómo los patos chapoteaban felices en el agua. De repente, un patito se separó del grupo y se acercó a Matheo y Sebastian, mirándolos con curiosidad. Los dos amigos se emocionaron al ver al pequeño patito y decidieron seguirla para descubrir a dónde los llevaría esta nueva aventura.
El patito curioso los llevó hasta el lago, donde flotaban algunas hojas y había peces nadando en el agua. Matheo y Sebastian se acercaron al borde del lago y vieron a los patos nadando y jugando. El patito curioso les indicó que tenían que ir a buscar comida para los patos, así que buscaron en su mochila y encontraron migas de pan que habían guardado para un picnic.
Los dos amigos comenzaron a lanzar las migas al agua, y los patos rápidamente se acercaron y comenzaron a picotearlas con alegría. El patito curioso los miraba con felicidad y graznaba en señal de agradecimiento. Matheo y Sebastian se sentían contentos de poder alimentar a los patos y disfrutar de ese hermoso momento en el lago.
Después de un rato, los patos estaban llenos y satisfechos. El patito curioso se acercó a Matheo y Sebastian, les dio un pequeño graznido y los guió de regreso al parque. Los dos amigos se despidieron del patito con una sonrisa y regresaron a casa, felices por la aventura que habían vivido junto al patito curioso en el lago.