Había una vez un tranvía llamado Matheo que recorría la ciudad llevando a todos los niños y niñas a pasear. Un día, Matheo decidió hacer una parada especial en el zoológico, para que los niños y niñas pudieran ver a todos los animales.
En el zoológico, los niños y niñas se encontraron con un oso panda llamado Kilian, que estaba jugando con su pelota favorita. Kilian les enseñó a todos cómo dar abrazos muy apretados y les contó divertidas historias.
De repente, apareció un tigre llamado Sebas, que quería jugar con todos. Sebas les enseñó a rugir muy fuerte y a correr como él por el zoológico. Los niños y niñas se divirtieron mucho con Kilian y Sebas.
Después de jugar con el oso panda y el tigre, los niños y niñas fueron a ver al delfín del zoológico. El delfín les mostró cómo nadar como él y les hizo reír con sus travesuras en el agua.
Al final del día, Matheo volvió a llevar a los niños y niñas a casa, pero antes de irse, los animales del zoológico les regalaron a cada uno un abrazo, un rugido y una carcajada, para que nunca se olvidaran de su día con el tranvía y los animales.
Y así, todos los niños y niñas volvieron a casa muy felices, con el corazón lleno de alegría y la mente llena de recuerdos inolvidables.