El Eco de los Zumbidos

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Había una vez una hormiguita muy trabajadora llamada Linda, que vivía en un jardín lleno de flores. Un día, mientras buscaba comida, encontró algo brillante en el suelo. Era un teléfono que alguien había olvidado. Linda se subió encima y descubrió un montón de botones.

En ese instante, una abeja curiosa llamada Louise voló cerca y se posó al lado de Linda. La abeja y la hormiga no sabían para qué servía ese objeto, pero querían averiguarlo juntas. Decidieron tocar los botones para ver si pasaba algo emocionante.

De repente, el teléfono comenzó a sonar, y ellas saltaron asustadas. Pero no era un sonido cualquiera; era una música dulce y alegre. Linda y Louise se miraron y no pudieron evitar empezar a bailar. La música las hacía sentir vivas y contentas.

Mientras tanto, en la casa cercana, Mario estaba buscando su teléfono. Era muy pequeño y le gustaba ver sus dibujos animados favoritos en él. Encendió la televisión y justo cuando iba a cambiar de canal, escuchó una música que venía de afuera, la misma que estaba sonando en el teléfono perdido.

Curioso, salió al jardín y vio a Linda y a Louise bailando sobre su teléfono. Mario no pudo evitar reír al verlas. Se unió a la danza y luego las ayudó a bajar. "Muchas gracias por encontrar mi teléfono", dijo Mario. Y como agradecimiento, les ofreció a Linda y Louise un poco de miel y hojitas, las delicias que más amaban.

Desde aquel día, Linda, Louise y Mario se hicieron grandes amigos. A menudo, Mario salía al jardín con el teléfono, y juntos bailaban con la música. El jardín se llenó de risas y alegría, y todos los días era una fiesta para el trío más inusual del lugar. Y así, con un simple teléfono y una música encantadora, nació una amistad que llenaría de felicidad muchos días soleados.