El Susurro de la Noche

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Una noche, la luna brillaba con fuerza sobre la playa, donde la pequeña Danna solía jugar. La arena, suave y fresca, acariciaba sus pies mientras ella observaba las estrellas. Danna siempre imaginaba historias en el cielo, pero esa noche, algo era diferente. Una luz suave y blanca iluminaba una flor solitaria cerca del mar.

Atraída por su brillo, Danna caminó hacia la flor y se inclinó para olerla. La flor tenía un aroma dulce, como si guardara el secreto de la noche dentro de sus pétalos. De repente, escuchó una voz pequeña y amigable que decía: "¿Me ayudarías?" Era la flor hablando, su nombre era LEYDY.

"¡Claro que sí!" exclamó Danna, dispuesta a ayudar a su nueva amiga. LEYDY le contó que quería compartir su luz con alguien muy especial que vivía en la playa, pero no podía moverse para encontrarlo. Danna se llenó de emoción y decidió ayudar a LEYDY.

Juntas comenzaron a buscar y fue entonces cuando encontraron a Prez, un pequeño limón que descansaba cerca del agua. Prez estaba triste porque su color amarillo no brillaba tanto como durante el día bajo el sol. Al ver la luz de LEYDY, su piel comenzó a brillar con la misma luz que la flor. Prez era especial porque podía brillar en la noche gracias a la ayuda de LEYDY.

Danna, feliz de haber ayudado, prometió visitarlos cada noche. Ahora, la luna, LEYDY y Prez tenían un brillo especial gracias a la bondad de Danna. Desde esa noche, cada vez que salía la luna, la playa se llenaba de luz y magia, y Danna sabía que era gracias a una flor, un limón y el poder de la amistad.

Y cada noche, antes de irse a dormir, Danna les decía adiós a sus amigos desde la ventana, mientras Prez le devolvía el saludo con un guiño de brillo cálido y LEYDY susurraba dulces sueños con su aroma. Así, la pequeña Danna siempre tenía dulces sueños, sabiendo que la magia de la amistad iluminaba la oscuridad de cada noche.