Había una vez una galleta muy especial llamada Juana. Era crujiente y dulce, y tenía chispitas de colores que brillaban como estrellas. Un día, mientras Juana tomaba el sol, vio un arco iris que apareció en el cielo después de la lluvia. Tenía todos los colores del mundo y parecía que bailaba en el aire.
Juana decidió que quería conocerlo. Así que, con un saltito, empezó a rodar hacia el arco iris. En su camino, se encontró con Maria, una ballena de suaves tonos azules que nadaba en un charco. "¡Hola, Juana! ¿Adónde vas con tanta prisa?" preguntó Maria, moviendo su cola alegremente.
Juana sonrió y respondió: "¡Voy a seguir el arco iris para conocerlo!". Maria se emocionó y decidió acompañarla. Ambas amigas rodaron y nadaron, riendo y disfrutando del sol brillante, mientras se acercaban al parque lleno de flores coloridas.
Al llegar al parque, Juana y Maria buscaron el piano. Miraron detrás de los árboles y debajo de las sombras. De repente, escucharon un suave sonido que parecía un canto. "¿Qué será eso?", preguntó Juana, curiosa. "¡Vamos a investigar!", sugirió Maria, moviendo su cola con entusiasmo.
Juana y Maria se acercaron al canto, que sonaba como si estuviera lleno de risas y melodías felices. Al llegar a un claro del parque, encontraron a un grupo de pequeños pájaros de brillantes colores, que cantaban junto a un árbol. "¡Qué bonito canto!", exclamó Juana, y los pájaros dejaron de cantar para mirarlas. "Hola, ¿quieren unirse a nosotros en nuestra canción?", preguntó un pequeño pájaro con plumas rojas y amarillas. "¡Sí, por favor!", gritaron ambas amigas emocionadas.
Mientras los pájaros enseñaban a Juana y Maria la canción, una suave brisa empezó a soplar, llevando el eco de su música por todo el parque. De repente, un resplandor apareció en el cielo, y Juana se dio cuenta de que el arco iris se movía, como si estuviera bailando al son de su melodía. "¿Podremos alcanzar el arco iris y ver de cerca sus colores?", preguntó Maria mirando hacia arriba. "¡Vamos a intentarlo!", respondió Juana, sintiendo que cualquier aventura era posible.
Las amigas decidieron seguir cantando, llenando el aire con su música alegre. Mientras lo hacían, el arco iris parecía acercarse un poco más, bailando suavemente al ritmo de la canción. Cada nota que salía de sus bocas hacía que los colores del arco iris brillaran aún más, como si estuvieran bailando junto a ellas.
De repente, un pequeño rayo de sol se asomó detrás de las nubes, y los pájaros comenzaron a volar en círculos, creando una hermosa danza en el cielo. Juana y Maria se sintieron muy felices y comenzaron a saltar mientras cantaban. Las flores del parque también se movían al ritmo de la música, como si estuvieran disfrutando del festín de notas que las amigas ofrecían.
Finalmente, al terminar la canción, el arco iris franqueó un camino de colores vibrantes que aterrizó justo frente a ellas. "¡Mira, Juana! ¡El arco iris nos ha escuchado!", gritó Maria emocionada. Con una sonrisa enorme, las amigas corrieron hacia el arco iris, sabiendo que allí les esperaba una nueva aventura llena de alegría y amistad.