Una noche, Kilian el koala estaba sentado junto a Matheo, una jirafa con un cuello tan largo que podía alcanzar las estrellas. En medio del bosque, bajo la luz plateada de la luna, había un piano que brillaba como si estuviera hecho de polvo de estrellas.
Kilian miró el piano con ojos curiosos y dijo: "¿Crees que podemos tocar algo bonito para la luna?". Matheo inclinó la cabeza, tocando una estrella fugaz con sus orejas, y respondió: "¡Claro que sí! La luna siempre escucha con atención."
Entonces, Kilian trepó por el cuello de Matheo hasta llegar al piano. Las teclas parecían esperar su toque. Pero justo cuando iba a tocar la primera nota, un suave sonido comenzó a salir de las teclas... ¡sin que Kilian las presionara! Matheo abrió los ojos sorprendido y la luna brilló más fuerte, como si quisiera participar. ¿Qué estaba ocurriendo?