En un soleado campo lleno de maíz amarillo, Vivi la oveja brillante estaba dando pequeños saltos con alegría. Tenía un suave abrigo blanco que brillaba tanto que parecía una nube bajada del cielo. Vivi había oído que algo especial estaba a punto de suceder y no podía contener su emoción.
Cerca del lago azul, Kiwi el kiwi estaba muy ocupado. Aunque no podía volar, era increíblemente rápido y siempre encontraba tesoros escondidos. Ese día, Kiwi había encontrado una pequeña piedra que brillaba como una estrella. Estaba seguro de que podría llevarla a Vivi, pero tenía que cruzar el campo de maíz para llegar a ella.
En el agua cristalina del lago, Nemo el pez estaba practicando su salto más alto. Cada vez que saltaba, las gotas de agua caían como diamantes al sol. Nemo quería impresionar a sus amigos con su gran aventura, pero también le gustaba oír las risas cuando salpicaba todo a su alrededor. Todos los amigos estaban por reunirse... pero ¿qué sorpresa los estaba esperando en el campo?
Kiwi miró la piedra brillante en sus pequeñas patas y decidió que Nemo, el pez alegre del lago, sería la mejor opción para esconderla. Corrió tan rápido como pudo entre el maíz amarillo, zigzagueando como si jugara a un divertido escondite. Cuando llegó al borde del agua, llamó a Nemo, quien dio un gran salto y creó una lluvia de gotitas brillantes.
Nemo escuchó con atención mientras Kiwi le explicaba la importancia de la piedra brillante. "¡Por supuesto que puedo esconderla, amigo Kiwi!", dijo Nemo con una gran sonrisa. Usando su cola, Nemo empujó la piedra hacia el fondo del lago, donde relucía como un pequeño sol bajo el agua. "Ahora estará a salvo aquí", dijo Nemo, mientras ambos miraban el lago felizmente.