Noah, una tortuga con un caparazón brillante, pasaba sus días explorando el bosque tranquilo. Un día, mientras caminaba despacio entre los árboles, algo extraño brilló bajo la luz del sol. Era un piano dorado en medio de un campo de maíz. Noah se acercó y tocó una tecla, ¡y el sonido fue tan dulce que los tallos de maíz bailaron con el viento!
Matheo, la serpiente más divertida del bosque, escuchó la música desde lejos y deslizó rápidamente su cuerpo entre los tallos para ver qué estaba pasando. "¿Tú tocaste eso?" preguntó Matheo con ojos curiosos. Noah asintió tímidamente, y Matheo comenzó a mover su cola al ritmo de una melodía que inventaron juntos. ¡El bosque nunca había estado tan alegre!
Justo cuando el concierto improvisado estaba en su mejor momento, las ramas del árbol más alto comenzaron a crujir. Noah y Matheo miraron hacia arriba y vieron algo que los dejó sorprendidos: un arco iridiscente descendía lentamente hacia el piano. Los dos amigos se quedaron mirando, sin saber qué hacer. ¿Era un arco mágico? ¿Una invitación para seguir tocando?