Matheo estaba muy emocionado porque, por primera vez, había recibido su propio portátil como regalo de cumpleaños. Era un portátil especial, con luces brillantes y botones de colores que cambiaban cada vez que los tocaba.
Un día, mientras Kilian y Freya lo visitaban para jugar, Matheo descubrió algo sorprendente en su portátil: apareció un arco iris que salía de la pantalla y llenaba la habitación con colores brillantes y mágicos.
De repente, un pequeño cohete surgió del arco iris y se detuvo frente a ellos, esperando que alguien lo abordara. Matheo, Kilian y Freya se miraron con curiosidad, preguntándose qué les aguardaría si subían al diminuto cohete.
Kilian dio un paso adelante con una gran sonrisa y subió al cohete. Matheo y Freya lo animaron desde abajo, emocionados por ver qué pasaría después.
El cohete comenzó a brillar aún más y, de repente, ¡despegó hacia el cielo! Kilian miró por la ventana y vio nubes de algodón y estrellas relucientes a su alrededor. Todo era mágico y maravilloso.
Kilian estaba asombrado mientras miraba por la ventana. Las nubes eran como grandes esponjas blancas y las estrellas brillaban como si fueran pequeños diamantes en el cielo. Se sentía como un verdadero explorador en una aventura mágica.
De repente, el cohete hizo un giro suave y Kilian vio algo increíble. Un grupo de pájaros muy coloridos volaban junto al cohete, cantando felices y haciendo dibujos en el aire. Kilian no podía creer lo hermoso que era todo.
Kilian decidió hacer algo muy especial. Abrió la ventana del cohete y saludó a los pájaros con una gran sonrisa. Los pájaros cantaron aún más, y uno de ellos, un pequeño pajarito azul, voló hasta la ventana del cohete y le dijo a Kilian: "¡Hola! ¿Quieres jugar con nosotros?"
Kilian estaba tan emocionado que dijo que sí. Bajó del cohete y, junto con los pájaros, jugó a volar entre las nubes y a hacer grandes dibujos en el cielo. Los pájaros le enseñaron muchas cosas sobre el mundo mágico, y Kilian se sintió muy feliz de tener nuevos amigos tan especiales.
Después de un rato, Kilian miró al horizonte y vio que era hora de volver con Matheo y Freya. Se despidió de los pájaros y regresó al cohete. Cuando volvió a casa, les contó a sus amigos toda la aventura. Matheo y Freya lo escucharon con ojos brillantes, y juntos decidieron que siempre recordarían ese día como el más mágico de todos. Fin.