Una vez, en un tranquilo río de la selva, vivía un cocodrilo llamado Matheo. Matheo era diferente a los demás cocodrilos, no le gustaba la carne, ¡sino las uvas! Pero no eran uvas comunes, eran uvas doradas que crecían en un árbol muy especial junto al río.
Un día, mientras Matheo descansaba bajo su amado árbol de uvas doradas, vio algo inusual flotando en el río. Era un objeto extraño, como una tabla brillante con letras y números. Resultó ser un portátil que había viajado desde lejos. A Matheo le picó la curiosidad y, usando su mano (o más bien su pata), lo sacó del agua.
Para su sorpresa, el portátil aún funcionaba. Matheo, con sus gruesos dedos de cocodrilo, intentaba tocar las teclas delicadamente, pero fue complicado. Entonces, apareció su amiga Freya, una inteligente monita, que le enseñó cómo usar el portátil. Pero algo inesperado sucedió, las uvas doradas comenzaron a brillar extrañamente.