Matheo y Kiliancito estaban explorando la playa en busca de tesoros. Mientras caminaban por la orilla, vieron una fuente en medio de la arena. Parecía muy antigua y estaba rodeada de rocas. ¡Qué emocionante!
De repente, una vaca apareció cerca de la fuente. Tenía un collar con un cristal brillante en el cuello. Matheo y Kiliancito se acercaron a ella, sin saber qué esperar. La vaca se acercó a la fuente y empezó a dar vueltas alrededor de ella. Entonces, empezaron a salir mazorcas de maíz de la fuente.
¿Qué pasará con la vaca y la fuente mágica? ¿Los niños se quedarán a ver lo que sucede o seguirán buscando tesoros en la playa?
Mientras tanto, la vaca empezó a hablar. ¡Sí, hablar! Les dijo a los niños que esa fuente era mágica y que cada vez que hacía girar la vaca a su alrededor, producía un tesoro diferente. Matheo y Kiliancito no podían creerlo, pero decidieron quedarse un poco más para ver lo que la vaca podía hacer.
De repente, la vaca hizo un giro y de la fuente salió una botella con un mensaje adentro. Los niños la abrieron y descubrieron que era un mapa del tesoro. ¡El primero de muchos que encontrarían con la ayuda de la vaca y la fuente mágica!
El mapa del tesoro los llevó a una cueva cercana. Cuando entraron, no podían creer lo que veían. La cueva estaba llena de joyas y oro. Había diamantes, rubíes, zafiros y todas las piedras preciosas que puedas imaginar. Era como entrar en un cuento de hadas. Kiliancito y Matheo no sabían qué hacer con tanta riqueza, pero la vaca les dijo que podían llevarse todo lo que quisieran. Sin pensarlo dos veces, los niños empezaron a llenar sus bolsillos con joyas. No podían creer que su búsqueda de tesoros los hubiera llevado a algo tan maravilloso como esa cueva.
Finalmente, después de recoger todo lo que pudieron, los niños y la vaca salieron de la cueva. La vaca se despidió de ellos y les dijo que siempre podrían volver a la fuente mágica para encontrar más tesoros. Los niños se fueron corriendo hacia la playa, emocionados de contarle a todos sus amigos sobre la increíble aventura que habían vivido. A partir de ese día, Matheo y Kiliancito se convirtieron en los más grandes buscadores de tesoros de toda la isla gracias a la ayuda de la vaca y la fuente mágica.
Y colorín colorado, esta historia de tesoros ha terminado. Matheo y Kiliancito aprendieron que a veces, las mejores sorpresas se encuentran en los lugares más inesperados. Y aunque no podían creer lo que habían vivido, sabían que nunca olvidarían el día en el que encontraron la fuente mágica y una cueva llena de tesoros maravillosos. A partir de ese día, siempre recordarían lo importante que es aventurarse y explorar, porque nunca sabes qué sorpresas te esperan en el camino.