La mañana siguiente, Matheo y Kilian despertaron y pensaron que todo había sido un sueño. Pero entonces, vieron el libro en el escritorio de Matheo y sabían que debía ser real. Con una mezcla de emoción y asombro, se miraron y corrieron hacia el viejo roble para ver si el Autobús del Arco Iris seguía ahí. Y ahí estaba, todo brillante y colorido, esperando pacientemente a que subieran para otra aventura.
Freya les dio la bienvenida con su brillante sonrisa y se preparó para dirigirles a su nuevo destino. Matheo y Kilian abrieron el libro, que ahora mostraba una imagen de una alta torre de marfil en el medio de un extenso prado. Al lado de la torre había un enigma escrito en el antiguo lenguaje de los elfos. Los chicos estaban emocionados. ¿Podría ser una nueva aventura les esperaba?
Freya, con sus ojos brillantes de entusiasmo, prometió llevarles a la torre de marfil. Con un giro del volante, el Autobús del Arco Iris se elevó y voló hacia el cielo despejado. A medida que se acercaban, vieron que la torre era aún más hermosa de lo que mostraba el libro. Brillaba con un resplandor suave bajo el cielo azul, con delicados grabados de marfil que se enroscaban alrededor de la estructura.
Una vez allí, descubrieron que la torre estaba protegida por un acertijo. Estaba grabado en una placa de bronce en el suelo delante de la torre y decía: "Para aquellos que quieren entrar, un enigma deben solucionar. Si el sol sale en el oeste y se pone en el este, ¿cómo se llama el animal que ve mejor con la luz de la luna?" Matheo y Kilian se rascaron la cabeza. Sabían que algo no estaba bien con la primera parte del acertijo, pero no tenían idea sobre la segunda parte.
Después de mucho pensar, Kilian exclamó: "¡Es un búho! Los búhos ven mejor con la luz de la luna". En ese instante, la torre resplandeció y la puerta de marfil se abrió lentamente. Los niños estaban extasiados. Habían resuelto el enigma de la torre y ahora podían explorarla.
La torre era un paraíso de conocimiento. Estaba llena de libros antiguos y pergaminos. Había mapas de tierras desconocidas y descripciones de criaturas que parecían haber salido de los cuentos de hadas. Pasaron horas aprendiendo y explorando. Al final del día, regresaron al Autobús del Arco Iris con sus manos llenas de libros y pergaminos, emocionados por todo lo que habían descubierto.
Una vez más, Freya los guió de vuelta a su hogar. Pero antes de despedirse, ella les recordó que podían visitar la torre siempre que quisieran, solo tenían que recordar la respuesta al enigma. Con una sonrisa, Freya les deseó dulces sueños y prometió esperarlos para su próxima aventura. Y así, mientras los chicos se preparaban para una noche de sueño bien merecida, el Autobús del Arco Iris desapareció en la distancia, dejando atrás una estela de brillantes colores.