Matheo, Kiliancito y Sebastian decidieron pasar el día en la playa. El sol brillaba en el cielo y la arena estaba calentita, así que se pusieron sus trajes de baño y se lanzaron al agua.
Mientras nadaban, Kiliancito encontró una piña gigante en la orilla. ¡Pero no era una piña normal y corriente! Tenía poderes mágicos y podía hacer realidad cualquier deseo. Los tres amigos se pusieron muy contentos y empezaron a pensar qué pedirían.
Sin embargo, justo en ese momento, un avión pasó volando por encima de ellos y un misterioso personaje apareció en la playa. ¿Quién será y qué quiere? ¿Qué le preguntará a la piña mágica? Ahora Matheo, Kiliancito y Sebastian tienen que decidir si confiar en él o tratar de mantener la piña en secreto. ¿Qué crees que deberían hacer?
Los tres amigos, asustados por la aparición repentina del extraño, decidieron guardar la piña mágica para ellos mismos. No querían correr el riesgo de perder su deseo y tampoco sabían si podían confiar en el desconocido. Así que, rápidamente escondieron la piña en una bolsa y se alejaron de la playa.
De vuelta a casa, los amigos no podían dejar de pensar en la piña mágica y su poder. Decidieron guardarla en un lugar seguro, para poder pensar con calma en lo que iban a pedir. Pero, ¡oh no! Al llegar a casa, se dieron cuenta de que la piña había desaparecido de la bolsa. ¿Quién la habrá tomado? ¿Será el extraño de la playa o alguien más? Los amigos se quedaron sorprendidos y preocupados, sin saber qué hacer.
Los tres amigos, muy tristes por haber perdido su piña mágica, decidieron salir a buscarla por toda la ciudad. Preguntaron a todos los vecinos, revisaron en todos los parques y hasta se aventuraron en un bosque cercano. Pero no había rastro de la piña. Parecía que había desaparecido para siempre.
Justo cuando estaban a punto de rendirse, se acordaron del extraño de la playa y decidieron visitarlo para preguntarle si la había visto. Al llegar, se encontraron con una sorpresa inesperada: el extraño no era malvado, sino un mago amable que había tomado la piña para protegerla de personas codiciosas. Les explicó que la piña era una reliquia muy poderosa y que solo debía ser usada con cuidado y sabiduría. Los amigos entendieron que deben ser más responsables con sus deseos y agradecieron al mago por salvar su piña mágica.
Con la piña de vuelta en sus manos, los tres amigos prometieron usarla de forma sabia y ayudar a otros con su poder. A partir de ese día, se convirtieron en los mejores amigos del mago y trabajaron juntos para hacer realidad los sueños de muchas personas. Y así, Matheo, Kiliancito y Sebastian vivieron felices, rodeados de magia y aventuras.