El Castillo de los Colores Rodantes

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Había una vez, en lo alto de una colina verde, un castillo que cambiaba de color según el tiempo. Hoy brillaba como un arcoíris porque hacía sol. Dentro del castillo vivían Kilian y Matheo, dos hermanos que siempre encontraban cosas divertidas para hacer. Kilian estaba probándose un vestido azul con estrellas doradas mientras Matheo miraba por la ventana, buscando algo interesante afuera.

De repente, un taxi amarillo con rayas negras apareció al final del camino, justo frente al castillo. "¡Mira eso!" exclamó Matheo. El taxi parecía estar esperando a alguien, pero no había nadie cerca. Kilian y Matheo decidieron bajar corriendo para investigar. Cuando llegaron, algo pequeño y rojo estaba sobre el techo del taxi. Era una mariquita con puntos blancos, que miraba curiosa a los dos hermanos.

"¿Qué hace aquí?" preguntó Kilian. La mariquita movió sus pequeñas alas como si quisiera que la siguieran. Matheo abrió la puerta del taxi y, antes de que pudieran hacer algo más, la mariquita se deslizó dentro. "Tal vez nos está llevando a algún sitio especial", dijo Matheo emocionado. Kilian, aún sujetando su vestido azul, se subió junto a su hermano, y el taxi rugió suavemente, listo para partir.