En un lugar muy lejano, vivía un camión muy especial. Este camión no era como los demás, porque podía pintar el cielo con un arco iris cada vez que quería.
El camión del arco iris siempre viajaba de un lado a otro, llevando colores brillantes a todos los lugares a los que iba. Un día, decidió visitar una casa muy bonita que se encontraba en lo alto de una montaña.
En esa casa vivía un niño llamado Matheo, a quien le encantaba comer manzanas. Una tarde, mientras jugaba en el jardín, vio algo increíble: el camión del arco iris se acercaba a su casa.
Matheo se quedó boquiabierto al ver al camión del arco iris acercándose a su casa. Nunca antes había visto algo tan maravilloso. Corrió hacia la puerta para dar la bienvenida al camión, preguntándose qué sorpresa le esperaba.
Cuando el camión finalmente llegó a su casa, el conductor bajó y le entregó a Matheo una manzana brillante y reluciente. "Esta es una manzana mágica", le dijo el conductor con una sonrisa. "Si la comes, tus sueños se harán realidad". Matheo no podía creerlo, ¡una manzana mágica solo para él!
Matheo tomó la manzana mágica y la observó con curiosidad. Pensó en todo lo que podría desear y en lo que le gustaría que sucediera. Pero luego recordó lo que su mamá siempre le decía: "Las cosas buenas vienen a aquellos que esperan". Así que decidió guardarse la manzana y esperar el momento perfecto para comérsela.
Los días pasaron y Matheo seguía guardando la manzana mágica en un lugar especial. Cada día pensaba en algo nuevo que quería que sucediera, pero también disfrutaba de cada momento mientras jugaba con sus amigos y ayudaba en casa. Hasta que un día, mientras jugaba en el jardín, vio un arco iris brillante en el cielo. Se dio cuenta de que no necesitaba la manzana mágica para que sus sueños se hicieran realidad, porque ya estaba rodeado de amor, amistad y momentos felices.
Y así, Matheo guardó la manzana mágica en un lugar seguro, sabiendo que en el momento adecuado, podría comérsela y disfrutar de su magia. Pero mientras tanto, seguía siendo feliz con lo que tenía y cada arco iris en el cielo le recordaba lo afortunado que era. El camión del arco iris seguía visitando su casa, trayendo colores brillantes y alegría a su vida.